lunes, diciembre 11, 2006

La Casona... nunca más

La Casona abría otra noche más, como hacía desde hace 30 años. Yo empecé a concurrir a ella hace poco más de cinco años, cuando todavía no me daba cuenta de la clase de lugar que era. Para muchos, el boliche siempre había sido uno de los iconos de la noche de Lanús, pero la concurrencia al lugar estaba dada también por mucha gente de capital. Sin embargo, la música era bastante distinta a la que debían pasar en estos últimos meses, pero eso es cuestión de gustos. Otra vez más, alguien no era digno de entrar al lugar, sea por su vestimenta, su altura, su edad "poco" evidente o su color de piel; o capaz lo era, pero a cambio de un módico incremento en el precio de su entrada. Mis amigos y yo tuvimos que aguantar todo eso más de una vez, capaz por la necesidad adolescente de poder pertenecer a un grupo, y en ese momento el grupo "interesante" era aquel que concurría a tal lugar... hasta que por fin escarmentamos, pero no todos son así. Esta vez, no querer dejar ingresar a alguien por su color de piel desencadenó en un golpe por parte de los patovicas hacia uno de sus amigos, Martín Castellucci. Días después, este chico moriría como consecuencia de los traumas ocasionados.

Este fue un nuevo desencadenante, que ocasionó que la gente, de una vez por todas, reaccionara y se enfrentara al lugar. Sabiendo que tenía el apoyo -o al menos la posibilidad de uso- de los medios, atacaron el lugar con piedras y demás "herramientas", saqueándolo e incendiándolo mientras policías y empleados salían a su defensa, en una imagen que me recordó más de una vez a una de las tantas luchas bárbaras y épicas del Age Of Empires.


Hoy estas imágenes ya no me recuerdan a aquel lugar que tanto me atraía a principios de siglo. Ayer, mientras esperaba a una amiga, pasé por curiosidad a ver los resultados y, como mucha gente, no podíamos dejar de asombrarnos, pero probablemente, aquella imagen concordaba más con la actitud despectiva de su dueño y amigos. Porque creo la muerte del chico fue la gota necesaria para que el vaso de tolerancia rebasara... y por eso las críticas no fueron tan directas a las personas de seguridad, si no al dueño mismo, como se podía ver en las marcas dejadas por los aerosoles, como respuesta a esa actitud indignante que ya nadie toleraba, o al menos de los que ya dejamos de ir hace tiempo.

Seguramente no era la forma, muy probablemente la reacción no debería haber sido tan agresiva, pero creo que se mostró de alguna manera la opinión que muchos tenían de ese boliche, y en especial, de la gente que los manejaba.

No pensaba que iba a tener tantas repercusiones, pero aparentemente algo va a cambiar. Cuesta creer que sea así en este país, pero perder la esperanza una vez más no creo que hiera mucho a nuestro orgullo nacionalista. Si la ley no cambia, si los boliches siguen con ese desprecio... entonces seguiremos viviendo en el mismo país; pero si la gente toma una nueva actitud, en cambio, y se digna a no volver a lugares de este estilo, el país será el mismo, pero no la nación.

Recién ahí, capaz, podamos decir que éste fue el último recuerdo negro de la noche bonaerense.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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_________███_________________Feliz Navidad!!

Espero tu proximo... como se llame