Dos historias, un código
Hacía bastante tiempo que venía leyendo -y posponiendo- "El Código Da Vinci", de Dan Brown, uno de los libros más populares de este último tiempo, aparentemente más por lo polémico que por su contenido. Sin embargo, habiéndolo finalizado este domingo, puedo afirmar que es uno de los mejores que he leído - aunque no leí muchos, pero viéndolo de otra manera, si llegué a terminarlo fue porque es realmente intrigante e interesante. Más allá de los comentarios cuestionables acerca del cristianismo y la Iglesia, es una obra con un argumento totalmente atrapante, un thriller que además enseña muchas cosas desconocidas para un gran público -cuestionables o no-, describiendo la búsqueda de un secreto oculto a la humanidad durante siglos.
Sin embargo, algo me hizo apurarme más en terminarlo, y fue el estreno de la película en el cine. El libro prometía demasiado, y llevarlo a la pantalla grande iba a ser todo un reto para quien se lo propusiera; evidentemente, lo fue, y se notó. Aunque es verdad que la película no puede representar todos los detalles del relato oficial, por momentos parecía muy apurada, poco coherente o creíble, no por los hechos en sí, si no por la falta de explicación de cada paso a seguir. Cada cambio parecía muy brusco y cada descubrimiento muy instantáneo, destruyendo así uno de los más valiosos elementos con que contaba la versión impresa, y que sin duda eran el mayor imán a la misma. Fuera de eso, hubo ciertos desvíos con respecto a la novela original que creo que eran innecesarios, pero probablemente se hayan utilizado para evitar grandes polémicas y no ofender al público altamente religioso. Las caracterizaciones estuvieron bien, pero los perfiles fueron variados levemente, probablemente para exaltar los contrastes y así intentar incorrectamente generar esa atracción que el tiempo de otra forma no hubiera permitido.
A pesar de todo esto, la película también tiene lo suyo. En más de una ocasión, permite visualizar escenas muy fieles a la historia, además de mostrar lugares imponentes como el museo del Louvre. La personificación de Silas, un monje fanático del Opus Dei, me pareció excelente, y los acentos correctos para cada nacionalidad ubican claramente al espectador en la ciudad de turno. La francesa de Amelié en el papel de Sophie Neveu y Magneto de X-Men como Teabing dieron con la imagen correcta, aunque no perfecta.
Aunque podría haber sido mucho mejor, es comprensible que en poco más de dos horas no se puede resumir semejante historia. Por eso, incluso aunque la película no les haya interesado tanto como esperaban, no dudaría en recomendarles el libro, porque aún así se aprenden un montón de cosas interesantes, y la secuencia de los hechos nunca deja de entretener. Les dejo El Código Da Vinci en pdf, en el caso de que tengan algo de tiempo libre.